El tren de Oporto
En Barca de Alva, muy cerca de la orilla donde amarran los grandes cruceros que, desde Oporto traen turistas hasta Salamanca, miles de turistas que cada año vemos pasar en lujosos autobuses por nuestros pueblos, hace años colocaron el precioso mosaico que hoy traemos a esta página. Hace referencia al tren, a la línea férrea que, también, unía Oporto con Salamanca pero, entonces sí, haciendo paradas en varias estaciones de nuestra comarca.
Es una cita de Miguel Cadilhe (1944), Profesor y Economista que fuera Secretario de Estado de Planificación en 1980, en el Gobierno de Sá Carneiro.
Cita que debería hacernos algo más que reflexionar.
​
Siempre en la línea de flotación, fantástico, el convoy rompía las orillas, se atascaba en la pendiente, atravesaba el río, de él se despedía en Barca d’Alva, entraba en tierras de España, llegaba a Salamanca. Un poco más al norte, la historia se aferraba al Duero castellano, Zamora nos recordaba a Viriato y Alfonso Henríques, Alcañices a Don Dinis, Tordesillas a Don Joao II, Toro a Alfonso V.
Quien ahora ve aquel camino de hierro se asombra de la rabia. Él mismo bien podría ser el quinto Patrimonio Mundial, hay cuatro en todo su recorrido. ¿Cómo fue posible construirlo en los años 1880? ¿Cómo fue posible destruirlo 100 años después? ¿Cómo fue posible que el municipalismo sucumbiera al centralismo?
Para hacer de él un espléndido motivo turístico y cultural, necesitaríamos unas buenas inversiones públicas, una paciente concesión privada, un acuerdo rentable con Castilla y León, que, además lo desea…
Hace días una ministra de Cultura hablo de esto. ¡Ah, la Cultura cuenta mucho! Pero las Obras Públicas también. La Economía y el Turismo también. La Planificación y el Territorio también. Las Finanzas también. La Educación también. Válgame Dios, reunir a todos no va a ser tarea fácil, nunca lo fue.
​
Miguel Cadilhe
Barca de Alba, 9 de diciembre de 2007
Hace más de cien años un portugués, un español y un francés soñaron con construir un camino de hierro que uniera Oporto con Salamanca y con París. Parecía un sueño, pero en realidad no era tal: si conseguían construirlo ganarían honores, prestigio y riqueza. El siglo XIX avanzaba y Salamanca era una de las últimas provincias a las que aún no había llegado el tren.
Después de muchos intentos, proyectos y frustraciones consiguieron definir el trazado que uniría los tres países. Y así nació la ruta del Duero, la vía de Oporto, el tren de frontera de la Fregeneda, el camino imposible a Portugal.
Tuvieron que horadar montañas y saltar ríos, miles de trabajadores se hacinaron en la zona, sin apenas sitio para dormir, con salarios y trabajos de esclavos, con la muerte rondando en cada túnel, en cada puente, en cada pelea, en cada robo…, y con el cólera flotando por encima de todo aquel ambiente de miseria y precariedad.
Pero lo lograron.
Un banquero portugués, un diputado español y un empresario francés nos dejaron la obra pública más grandiosa e increíble que hayamos tenido nunca, cuando el momento histórico, el dinero y la técnica eran infinitamente más inestables, precarios y eficientes que en la actualidad.
La vía trajo vida y esperanza, pero también se llevó a miles de personas a Europa, a españoles y portugueses buscando un trabajo y un futuro que aquí no podían encontrar. La obra fue ruinosa, la gestión tuvo pérdidas, pero el trazado que nos legaron fue de una belleza monumental. Lo más difícil estaba hecho, solo faltaba que llegara otro momento histórico con la sensibilidad y los medios suficientes para poner en valor su historia, su paisaje y su recorrido creando una oferta tan única como espectacular.
​
Finalmente, tras nuevos intentos, frustraciones, reivindicaciones, proyectos e inversiones, un 14 de abril, día del noventa aniversario de la segunda República, de 2021, Año Internacional del Ferrocarril, se anunciaba su reapertura peatonal. No era aquel tren histórico que trajo vida y futuro a la comarca, cuando el banquero Ricardo Pinto da Costa, el diputado Adolfo Galante y el empresario Henry Burnay decidieron que, a pesar del cólera, la ruina y la muerte, podría empezar a circular. Pero era un primer paso para recuperar el espíritu de aquel proyecto pionero y la ilusión por un futuro con ruedas que permitiera ponernos en marcha una vez más.
Durante las primeras semanas del año del Señor de 1887 el empresario portugués Ricardo Pinto da Costa, afincado en la villa de Lumbrales, esperaba con ilusión que su recién terminado Pabellón Real pudiera acoger a la reina regente, María Cristina de Borbón, madre del todavía impúber Alfonso XIII, con motivo de la inminente inauguración del tramo ferroviario que uniría su querido Oporto con Salamanca, España con Portugal.
Tuvo que esperar varios meses todavía, hasta junio del año siguiente, pero su Pabellón no se pudo estrenar: la Infanta, tras almorzar en la dehesa de Olmedo*, "en una pradera rodeada de magníficos robles y numerosos robles que proyectaban una sombra envidiable", continuó su gira hasta la frontera con Portugal. Sólo a su regreso pudo el Conde obsequiar a la Infanta "con un espléndido lunch, servido por Lhardy a todos los expedicionarios quedando muy agradecidos de las atenciones de los señores Pinto d’Acosta y Gallardo, que no cesaron un momento de obsequiar a todos los concurrentes.
S.A. estuvo viendo bailar unas danzas del país, y después que transcurrieron unos cincuenta minutos, volvimos a nuestros sitios, siguiendo nuestra marcha a Salamanca".
El Pabellón Real, también conocido a raíz de ese viaje como "de la Infanta", no acogió a la real señora, pero quedó como testigo de un momento que marcaría la historia de la comarca durante los siguientes 98 años.
Hoy la Casa de los Condes, que incluye ese Pabellón más la Casa de los Abuelos donde vivió felizmente con su esposa Francisca Bartol, acoge una muestra de fotografías de aquella época así como vídeos que recrean su vida y el momento histórico. Un buen punto de inicio para adentrarse en esa etapa e informarse de la oferta que, a través de Camino de Hierro, la Diputación de Salamanca ofrece a todos los senderistas que la quieran disfrutar.
​
* Menú del Día: Paella.- Langosta salsa a la vinagreta.- Lengua a la escarlata.-Poche a la Romana.- Jamón dulce.- Entremeses.- Postres.- Vinos: Burdeos, Jerez, Oporto, Champagne.- Café.- Tabacos.
La linha do Douro
Camino de Hierro
La abandonada vía férrea de la frontera, declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento, se reabrirá para el ocio a partir del 23 de abril de 2021.
​
La línea de ferrocarril de La Fuente de San Esteban - La Fregeneda - Barca d'Alva, en la frontera entre Salamanca y Portugal, es la única vía de Europa declarada Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento (año 2000).
Con sus 13 puentes y 20 túneles, se trata de una de las mayores obras de la Ingeniería del Hierro en la Península Ibérica y, junto a la belleza del entorno de los Arribes del Águeda, conforma un destino de atractivo histórico y paisajista único.
Cerrada al tráfico ferroviario desde 1985, se reabre ahora con fines turísticos una vez concluídos los trabajos de rehabilitación llevados a cabo por la Diputación de Salamanca durante los últimos años.
Si bien en principio está previsto su uso exclusivamente peatonal, en la zona se sigue reivindicando la circulación con pequeños vehículos no ferroviarios, como los veloraíles, cicloraíles o ecoraíles utilizados en otras vías similares, un objetivo que revalorizaría de forma extraordinaria este recurso.